Durante años hemos defendido en TV y desde la calle con firmeza y
absoluta lealtad el hermoso sueño de la Revolución Bolivariana, lo
seguiremos haciendo aunque esto le duela a las prepotentes élites
infiltradas que promueven el veto contra las voces honestas de nuestro
CHAVISMO DE A PIE.
Ahora bien, firmeza y lealtad no significan callar los problemas graves
que afectan hoy al sufrido pueblo de Venezuela, por eso, insistimos, hay
historias dramáticas que se deben contar porque sirven para que mucha
gente dormida abra los ojos, incluyendo a miembros del propio gobierno,
por esto comentaremos aquí un caso estremecedor... Recuerden: "la
verdad es la más hermosa de las acusaciones".
Un venezolano sale a la calle en época de navidad, su mujer y sus hijos
lo esperan en casa preparando lo que será la primera cena navideña. Ese
padre de familia entra al supermercado, no hay carne ni pollo. Pregunta a
la cajera y la respuesta es: la semana que viene, haciendo la cola
desde temprano y por número de cédula. Conclusión: no hay comida.
Sustituyendo el vacío alimentario con sardina y mortadela, el mismo
compatriota sale rumbo a la farmacia, su núcleo familiar le pide
acetaminofen porque el frío decembrino de Caracas amenaza con síntomas
de resfriado. Llega al mostrador de esa cosa que llaman "FaltaTodo"
aunque por televisión le pongan otro nombre. Y ¡sorpresa! La respuesta
es no tenemos acetaminofen ni nada parecido. Conclusión: no hay
medicinas.
Dolido por la escasez, este ciudadano de a pie no se rinde. Fija su
mirada en un retrato de su Comandante Chávez y de pronto se llena de
valor y espíritu de sacrificio. Se dice a si mismo: Chávez murió por
nosotros, no tengo derecho a rendirme. Entonces este orgulloso chavista
de a pie, que nada material se ha ganado ni le a pedido a la
revolución, resiste con cabeza en alto los dolores de la vida obrera
porque vive lleno de ilusiones socialistas, recorre seis supermercados
más y seis farmacias más, finalmente consigue todo lo que busca pero no
lo puede comprar porque fallan los puntos de venta, también fallan los
cajeros automáticos. Conclusión: no hay billetes.
No lo puede evitar, una lágrima se escapa por su mejilla. Vuelve casa,
los vecinos son todos opositores y lo ven con rabia, incluyendo uno que
es bachaquero y tiene "enchufe con el gobierno", ese se le acerca y le
vende los productos al triple del precio legal: carne, pollo y
acetaminofen. El chavista de a pie le compra y no es delito sino Estado
de necesidad, o sea, sus opciones son: pagarle al bachaquero o dejar
morir a su gente por hambre o enfermedad. Decide pagar. Y el bachaquero
le dice: Toma tu Patria.
Todavía conmovido por tanto dolor diario, el protagonista de este cuento
prende el televisor, un canal de ficción le cuenta que todo va bien
pero eso no se parece a la calle. Mira en la pantalla caras repetidas,
atrás una masa de gente que aplaude, no se sabe por qué, dicen que el
territorio nacional se encuentra totalmente abastecido, que el pueblo va
ganando la guerra económica, que viene llegando un cargamento de
medicinas de India y Palestina. No coman arepa, coman yuca o ñame para
tumbar a Lorenzo y etc., etc., etc...
Ese padre de familia se dice a si mismo que va a seguir luchando, no por
un grupo elitesco y pantallero, ni por oportunistas pedantes que no
respetan a nadie, ni por falsos profetas, sino por su familia, su
patria, su pueblo, su dignidad personal y su sueño socialista que nadie
se lo borra. Este hombre dice mañana será mejor. Conclusión: venceremos.
En la vida real, este venezolano eres tú y soy yo. A veces nos acostamos
sin comer pero somos chavistas todavía. No se tapen los ojos: somos
millones.
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